Uno de los aspectos más peculiares de la religiosidad en las épocas medieval y moderna, dado el alto grado de fanatismo alcanzado, fue el culto a las reliquias, indisolublemente ligado al culto a los santos. La posesión de los despojos de alguno de ellos, aunque fuera en una mínima parte, era una garantía de prestigio para cualquier centro religioso y motivo de devoción y peregrinación por parte de cualquier visitante de los tesoros de los templos.
Las reliquias tenían, por otra parte, para los coetáneos reconocidas virtudes taumatúrgicas, no exentas de un cierto componente morboso y extravagante. Su simple contemplación o aproximación física proporcionaba un contacto más directo con la divinidad y garantizaba su influjo espiritual, siempre que se cumplieran unos ritos preestablecidos.
En 1603 María de Toledo Colonna, viuda del IV Duque de Alba don Fadrique Álvarez de Toledo, organizó una delirante expedición para, desde Villafranca del Bierzo, alcanzar la remota iglesia de Santiago de Peñalba, exhumar los cuerpos de varios santos allí venerados y trasladar secretamente las reliquias a su monasterio de Dominicas de La Laura. El objetivo principal de la empresa se cumplió, al menos en lo referente a las reliquias de San Genadio y San Urbano, pero este viaje de la duqesa, también conocido como el Santo Asalto, se vio rodeado de una serie de peripecias de tintes tragicómicos que quedaron recogidas en un texto cohetáneo de gran interés. El contenido del mismo, tal y como fue transcrito por el Padre Fidel Fita en 1903, es el siguiente:
"Abiendo hocupado en esto algunos dias partieron de billafranca; y la misma duquesa que le tomo devocion por la rrelacion que le avian hecho de visitar aquel yermo: y para que lo que pretendía no le parecio decente, degar de ir en persona: y fue la primera y última vez que en toda su. bida por su boluntad salio de casa ni una legua: porque aunque andaba muchos caminos fueron por boluntad agena, y obediencia: acompañaronla el marques su hermano, y su santo confesor y no mas que huna docena de criados dentranbos, y una sola criada, y otra viuda devota señora de basallos muy faborecida de la duquesa: llevaban tratado de acer el santo asalto en secreto por no alborotar un lugarillo de Cabreros y un cura que el abad de peñalba dignidad de la yglesia mayor de astorga alli tenia puesto: y de velar la duquesa en la yglesia una noche y en ella sacar el santo cuerpo: y así avía mandado que en la misma litera en que yba pusiesen una palanca para levantar las losas y llevar un cofre muy bien aderezado con olandas y tafetanes: y un ornamento para dar á la yglesia, y cargas de achas para sacar con solenidad las Reliquias. Al tiempo que yba a entrar en su litera mandó sacar acaso la palanca, que si alli fuera parece tornara con huna compañera menos: la gornada hera toda de ocho leguas y tardaron asta bolber a billafranca cuatro días: porque segun parecio, el enemigo pretendio quitar en aquel camino la bida a la que entendía en los negocios de la laura. Ycieron noche en rrimor lugarillo del marquesado; partieron el siguiente día para San esteban de balduera con intento de Comer allí y llegar a la tarde a la yglesia de peñalva: yba la duquesa leyendo en el libro de San doroteo; y queriendo que lo hoyese doña madalena Sarmiento, aquella biuda que la hacompañaba, yçola pasar de otra litera adonde yba a la suya, y en ella llevaba aquella imagen del Cristo glorioso que la Santa madre Teresa de Jesús, su gran amiga yço cuanto pudo el arte ymitar (y) Sus palabras, y (con) ellas al bivo Señor quen la horacion avia bisto: yban atras el marques y el maestro en otra litera y al pasar la primera por un camino,- que toda su longitud acia pendiente aria un Rio que se pasaba por un ponton de un arco tan escuro con los peñascos que del otro lado abia, y la misma agua del rrio hera tan negra, que parecia abitacion de los del infierno. Era muy cerca de San esteban donde hellos tenian tanta mano como se dirá-1a huna bestia de las dos que llevaban la litera, no tenia acemilero siendo tan necesario huno para cada huna, como las dos para la litera, arrodillose la que yba a la banda, de la duquesa y por aquella parte bago al suelo la litera. La doña madalena hera mui medrosa y pusose como muerta: estabala consolando y animando la duquesa cuando llego un gentil onbre y la digo V. Xª salga questá en mui gran peligro, digole hella: qué peligro? levanten esa acemila. El criado antiguo que la tenia amor holvidandose del rrespeto ydiciendo buesa excelencia me perdone, ybala a hasir de los brazos para sacarla. Digole: teneos! que si asi a de ser yo saldre; y salio, y al mismo punto mando sacar a doña madalena que no tenia animo para salir y el que llegó a sacarla, se quedo con una parte de su toca en las manos: y la bestia que estava de rrodillas al mismo tiempo que salio la duquesa, se colgo; y como havia grande altura del camino al rrio y hera enpinada como huna pared derecha, no tuvo en qué se detener; y en colgandose, como peso mas que la que estava, entranvas cayeron con la litera y la que quedó dentro: y toda la litera se yço Ragas y ningun mal doña madalena. Así como cayo, pusose de rrodillas la duquesa, y con harto dolor digo: Madre de Dios ayudalda; y luego sentada en huna losa mando mirasen de lo alto, qué se avia hecho? y digeronla muerta está: asomose y digoles no, que hun brazo mueve, bagad esa camilla por ella : yçoles buscar una bagada y se la trageron con solo el mal del miedo y espanto que hen ella no hera poco; llegaron a San estevan y paro allí para acerla curar del espanto: y degandola en casa de un primo suyo que avia sido el huesped partieron al amanecer para subir hunas cuestas, que ni las de Monserrate, ni las de monseni no seran mas asperas ni enpinadas, ni de tan estrechas sendas, que no cavia ningun cavallo per ella: quisieralas subir a pie por su devocion la duquesa, mas sus continuas enfermedades no la tenian con fuerzas que lo pudiese acer. Fueron ella y su criada en unas sillas: y los criados, maestro, y el marques a pie con hunos baculos. Son aquellos montes admirables de altos, asperos y fertiles de arboles y buenas yerbas: que se nacen entre las çarças, y maleças, y muy abundantes de aguas de arroyos, que sacandolos el arte de los rromanos de los Rios de que tambien ay artos en aquella soledad, por entre las peñas como por condutos aciendo las hunas aguas y las otras un rrumor y estruendo corno de mar enbravecido, los trayan para labrar gran cantidad de minas que por alli ay: ni faltan tambien bestigios, de las que los Santos que abitaban aquellos montes grageavan y descubrian con su oracion en unas hermitas que por alli se ven echas de arboles i yerbas; por donde pasando la duquesa allava a su santo confesor arrimado a su baculo descansando en oracion: no benia el marques, tan descansado porque sobre ser tan baleroso y bravo soldado estava tímido en algunas ocasiones: que no temia su ermana siendo muger, y el temblava pensando que al sacar los santos habia de caer algun rrayo del Cielo, ho tragarlos la tierra: y benia no menos melancolico que arrepentido de aberse encargado de aquel camino: disimulaba su ermana la moyna quel ama mostrava, esperavala a la puerta con mucha y como la puso en su asiento, saliose. Ella se rreconcilio y digo a su confesor que antes de atreverse a habrir los santos sepulcros tuviesen en comulgando huna ora de oracion, en que él de nuebo lo encomendase a dios, aciendo quenta que no avian benido a trasladar Santos, sino a solo bisitarlos y le ordenase qué arian: oyeron tres ó cuatro misas; digola el maestro y comulgola; pusieronse en oracion, y estando en ella entro el marques con mui gran alegria diciendo: sus! señora agamos lo que hemos de acer oy y agame merced questa noche la tengamos en San pedro de montes ques abadia de benitos, y no aqui, que esta humedisimo; ya tengo guardas a tres puertas de esta yglesia. Fuimos, pareciendo al maestro questa mudanca hera la rrespuesta del Cielo, al sepulchro de San esteban abad con gran deseo de sacarle; porquestava a la entrada de una puerta; en el arco estava un onrrado lietrero; y con ser mas facil que sacar los dernas, nos fué tan inposible que tubimos por voluntad del Cielo que no le llebasemos de alli. Esta yglesia (es) de obra mui particular de pylastras y arcos tan rredondos que casi acavaba el circulo, y de obra mosayca, toda de una nabe. Tiene una capilla del Santísimo Sacramento al un testero, y al otro ‘hotra en questaban en dos ermosos y miii grandes sepulchros de gruessisirnas losas de marmol los cuerpos de San genadio y de San Urbano confesores anacoretas y obispos antiguos de astorga: que aun los santos en aquel tiempo que, a mas de setecientos años que murieron, por Reberencia del Santísimo Sacramento, los ponian a los pies de las yglesias y asi a los rreyes. Tenia el cuerpo de la yglesia dos Capillas por banda adonde por ella se sale por puertas de arcos y colunetas de alabastro y en ellas otros cinco cuerpos con el del abad esteban: Fue esta yglesia una de las abadias que san genadio fundo, cuyas Ruinas alli parecen y aunquel monte en que se edifico, y se abia subido, es altísimo, de aquella altura se lebanta otro que parece dexa las nubes debago, y que les queda superior: y llamase asta oy el silencio; que gano el nonhre del mucho que los Santos en el guardavan sin ablar gamas palabra sino las de la misa y Oficios divinos muchos tiempos que en el se rretiraban: i oy dia se ven las ermitas de pobre fabrica, y sin faltarles una piedra y todas Cubiertas gunto con una yglesia, que en el medio esta de malezas, que parecen echas de yerbas las ermitas.
Las reliquias tenían, por otra parte, para los coetáneos reconocidas virtudes taumatúrgicas, no exentas de un cierto componente morboso y extravagante. Su simple contemplación o aproximación física proporcionaba un contacto más directo con la divinidad y garantizaba su influjo espiritual, siempre que se cumplieran unos ritos preestablecidos.
En 1603 María de Toledo Colonna, viuda del IV Duque de Alba don Fadrique Álvarez de Toledo, organizó una delirante expedición para, desde Villafranca del Bierzo, alcanzar la remota iglesia de Santiago de Peñalba, exhumar los cuerpos de varios santos allí venerados y trasladar secretamente las reliquias a su monasterio de Dominicas de La Laura. El objetivo principal de la empresa se cumplió, al menos en lo referente a las reliquias de San Genadio y San Urbano, pero este viaje de la duqesa, también conocido como el Santo Asalto, se vio rodeado de una serie de peripecias de tintes tragicómicos que quedaron recogidas en un texto cohetáneo de gran interés. El contenido del mismo, tal y como fue transcrito por el Padre Fidel Fita en 1903, es el siguiente:
"Abiendo hocupado en esto algunos dias partieron de billafranca; y la misma duquesa que le tomo devocion por la rrelacion que le avian hecho de visitar aquel yermo: y para que lo que pretendía no le parecio decente, degar de ir en persona: y fue la primera y última vez que en toda su. bida por su boluntad salio de casa ni una legua: porque aunque andaba muchos caminos fueron por boluntad agena, y obediencia: acompañaronla el marques su hermano, y su santo confesor y no mas que huna docena de criados dentranbos, y una sola criada, y otra viuda devota señora de basallos muy faborecida de la duquesa: llevaban tratado de acer el santo asalto en secreto por no alborotar un lugarillo de Cabreros y un cura que el abad de peñalba dignidad de la yglesia mayor de astorga alli tenia puesto: y de velar la duquesa en la yglesia una noche y en ella sacar el santo cuerpo: y así avía mandado que en la misma litera en que yba pusiesen una palanca para levantar las losas y llevar un cofre muy bien aderezado con olandas y tafetanes: y un ornamento para dar á la yglesia, y cargas de achas para sacar con solenidad las Reliquias. Al tiempo que yba a entrar en su litera mandó sacar acaso la palanca, que si alli fuera parece tornara con huna compañera menos: la gornada hera toda de ocho leguas y tardaron asta bolber a billafranca cuatro días: porque segun parecio, el enemigo pretendio quitar en aquel camino la bida a la que entendía en los negocios de la laura. Ycieron noche en rrimor lugarillo del marquesado; partieron el siguiente día para San esteban de balduera con intento de Comer allí y llegar a la tarde a la yglesia de peñalva: yba la duquesa leyendo en el libro de San doroteo; y queriendo que lo hoyese doña madalena Sarmiento, aquella biuda que la hacompañaba, yçola pasar de otra litera adonde yba a la suya, y en ella llevaba aquella imagen del Cristo glorioso que la Santa madre Teresa de Jesús, su gran amiga yço cuanto pudo el arte ymitar (y) Sus palabras, y (con) ellas al bivo Señor quen la horacion avia bisto: yban atras el marques y el maestro en otra litera y al pasar la primera por un camino,- que toda su longitud acia pendiente aria un Rio que se pasaba por un ponton de un arco tan escuro con los peñascos que del otro lado abia, y la misma agua del rrio hera tan negra, que parecia abitacion de los del infierno. Era muy cerca de San esteban donde hellos tenian tanta mano como se dirá-1a huna bestia de las dos que llevaban la litera, no tenia acemilero siendo tan necesario huno para cada huna, como las dos para la litera, arrodillose la que yba a la banda, de la duquesa y por aquella parte bago al suelo la litera. La doña madalena hera mui medrosa y pusose como muerta: estabala consolando y animando la duquesa cuando llego un gentil onbre y la digo V. Xª salga questá en mui gran peligro, digole hella: qué peligro? levanten esa acemila. El criado antiguo que la tenia amor holvidandose del rrespeto ydiciendo buesa excelencia me perdone, ybala a hasir de los brazos para sacarla. Digole: teneos! que si asi a de ser yo saldre; y salio, y al mismo punto mando sacar a doña madalena que no tenia animo para salir y el que llegó a sacarla, se quedo con una parte de su toca en las manos: y la bestia que estava de rrodillas al mismo tiempo que salio la duquesa, se colgo; y como havia grande altura del camino al rrio y hera enpinada como huna pared derecha, no tuvo en qué se detener; y en colgandose, como peso mas que la que estava, entranvas cayeron con la litera y la que quedó dentro: y toda la litera se yço Ragas y ningun mal doña madalena. Así como cayo, pusose de rrodillas la duquesa, y con harto dolor digo: Madre de Dios ayudalda; y luego sentada en huna losa mando mirasen de lo alto, qué se avia hecho? y digeronla muerta está: asomose y digoles no, que hun brazo mueve, bagad esa camilla por ella : yçoles buscar una bagada y se la trageron con solo el mal del miedo y espanto que hen ella no hera poco; llegaron a San estevan y paro allí para acerla curar del espanto: y degandola en casa de un primo suyo que avia sido el huesped partieron al amanecer para subir hunas cuestas, que ni las de Monserrate, ni las de monseni no seran mas asperas ni enpinadas, ni de tan estrechas sendas, que no cavia ningun cavallo per ella: quisieralas subir a pie por su devocion la duquesa, mas sus continuas enfermedades no la tenian con fuerzas que lo pudiese acer. Fueron ella y su criada en unas sillas: y los criados, maestro, y el marques a pie con hunos baculos. Son aquellos montes admirables de altos, asperos y fertiles de arboles y buenas yerbas: que se nacen entre las çarças, y maleças, y muy abundantes de aguas de arroyos, que sacandolos el arte de los rromanos de los Rios de que tambien ay artos en aquella soledad, por entre las peñas como por condutos aciendo las hunas aguas y las otras un rrumor y estruendo corno de mar enbravecido, los trayan para labrar gran cantidad de minas que por alli ay: ni faltan tambien bestigios, de las que los Santos que abitaban aquellos montes grageavan y descubrian con su oracion en unas hermitas que por alli se ven echas de arboles i yerbas; por donde pasando la duquesa allava a su santo confesor arrimado a su baculo descansando en oracion: no benia el marques, tan descansado porque sobre ser tan baleroso y bravo soldado estava tímido en algunas ocasiones: que no temia su ermana siendo muger, y el temblava pensando que al sacar los santos habia de caer algun rrayo del Cielo, ho tragarlos la tierra: y benia no menos melancolico que arrepentido de aberse encargado de aquel camino: disimulaba su ermana la moyna quel ama mostrava, esperavala a la puerta con mucha y como la puso en su asiento, saliose. Ella se rreconcilio y digo a su confesor que antes de atreverse a habrir los santos sepulcros tuviesen en comulgando huna ora de oracion, en que él de nuebo lo encomendase a dios, aciendo quenta que no avian benido a trasladar Santos, sino a solo bisitarlos y le ordenase qué arian: oyeron tres ó cuatro misas; digola el maestro y comulgola; pusieronse en oracion, y estando en ella entro el marques con mui gran alegria diciendo: sus! señora agamos lo que hemos de acer oy y agame merced questa noche la tengamos en San pedro de montes ques abadia de benitos, y no aqui, que esta humedisimo; ya tengo guardas a tres puertas de esta yglesia. Fuimos, pareciendo al maestro questa mudanca hera la rrespuesta del Cielo, al sepulchro de San esteban abad con gran deseo de sacarle; porquestava a la entrada de una puerta; en el arco estava un onrrado lietrero; y con ser mas facil que sacar los dernas, nos fué tan inposible que tubimos por voluntad del Cielo que no le llebasemos de alli. Esta yglesia (es) de obra mui particular de pylastras y arcos tan rredondos que casi acavaba el circulo, y de obra mosayca, toda de una nabe. Tiene una capilla del Santísimo Sacramento al un testero, y al otro ‘hotra en questaban en dos ermosos y miii grandes sepulchros de gruessisirnas losas de marmol los cuerpos de San genadio y de San Urbano confesores anacoretas y obispos antiguos de astorga: que aun los santos en aquel tiempo que, a mas de setecientos años que murieron, por Reberencia del Santísimo Sacramento, los ponian a los pies de las yglesias y asi a los rreyes. Tenia el cuerpo de la yglesia dos Capillas por banda adonde por ella se sale por puertas de arcos y colunetas de alabastro y en ellas otros cinco cuerpos con el del abad esteban: Fue esta yglesia una de las abadias que san genadio fundo, cuyas Ruinas alli parecen y aunquel monte en que se edifico, y se abia subido, es altísimo, de aquella altura se lebanta otro que parece dexa las nubes debago, y que les queda superior: y llamase asta oy el silencio; que gano el nonhre del mucho que los Santos en el guardavan sin ablar gamas palabra sino las de la misa y Oficios divinos muchos tiempos que en el se rretiraban: i oy dia se ven las ermitas de pobre fabrica, y sin faltarles una piedra y todas Cubiertas gunto con una yglesia, que en el medio esta de malezas, que parecen echas de yerbas las ermitas.
A este monte del silencio no pudimos las mugeres subir por su aspereza grande: Mas solo mirarle infundia devocion y amor de la soledad. Bolbiendo a la yglesia, aquella losa del sepulchro de san genadio que cierto parecia heran menester cinquenta honbres para moverla: despues de ayer quitado huna Rega que la cubria, y estaba cubierta de atadillos con tierra de gunto a las losas, quentodo el bierço se le atan al cuello para las calçnturas, y en quitandoseles, que dicen es infalible la tornan alli. Solos el marques y tres criados, quitada la cal de las gunturas, y la lehantaron y abierta la tenian, todos quatro de rroclillas con palancas: el maestro rrebestido y de rrodillas y con achas blancas encendidas; lloravan de devocion y suavidad del grande y suave olor que del sepulchro salió; y no falto alli quien vio salir Resplandor. Sacose el cuerpo, que estaba compuesta toda el armadura de los huesos: y a la rredonda la carne convertida en un polbufo pardo: y alguna en su ser pegada a las canillas: degaronse los huesos pequeíios; porque no ydolatrasen los que alli acuden ciertos OC0S dias en el aio, con procesiones. Sacose asi tambien el cuerpo de san urbano degando algo, y el de san fones. Y en comiendo y abiendo limpiado la yglesia y adornado los altares se partieron, seria el medio dia, y asta mui noche tardaron en soto una legua, que caminaron por una sendilla, no usada desde la muerte de los Santos que por alli yban de una avadia a otra: mui mas aspera que lo pasado, y tan estrecha que parecio milagro delios no nos despeñar, porque las sillas no cavian. Cuando paravan para rnudarse, los que las llebavan, quedava sin duda lo mas en el aire, sobre hun avismo de ondura ha donde las acemilas a cada rrato rrodavan por no caver en lo angosto de la sendilla. Salbo la que traia la Santa arca que esa gamas cayo; y al sacar los Santos, sucedieron tres milagros que no quento por abreviar algo esta larga Relacion. Llegamos a san pedro: y en san esteban nos tenían llorados por muertos, quando supieron nos avian encaminado por allí: donde a San fructuoso le tiraron unos ballesteros como a fiera no creyendo que hombre umano alli estuhicra: aquella noche tubo mui buen aposento la duquesa que fue la misma yglesia, donde no osava arrimarse a las paredes. que por sus manos fabricaron los Santos. Bueltos al dia siguiente a san esteban, y tomando á la conpañera, y aciendo cornposicion alli en unos bandos de todos los becinos, caveços delios dos mugeres onrradas, y asi fue facil conponer las mugeres; aunque no poco, porquel mismo cura fomentava los bandos, y ubo la duquesa menester mas animo para rreprenderle que para meterse en la pendencia que rrebolbian aquellos malos espíritus que ahitavan en el ponton, donde yço poncr huna gran cruz, y enbio predicadores a san esteban; que los mas viegos no se acordavan haver oydo Sermon en su vida: tanta falta ace la palabra de dios. Despues desto se tornaron a billafranca".
El texto original fue publicado por Fidel Fita Colomé bajo el título: "Hagiografía. El santo asalto de la Duquesa de Alba en 1603. Relación contemporánea e inédita", Boletín de la Real Academia de la Historia, Tomo 42, Año 1903.
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